El Tequila Padrecito Blanco es una expresión pura y auténtica del agave azul, cuidadosamente elaborado en el corazón de Jalisco, México. Destilado a partir de agave orgánico cultivado de manera sostenible, este tequila se caracteriza por su transparencia cristalina y su frescura vibrante. Su perfil aromático combina notas herbáceas y cítricas con matices de agave cocido, pimientos dulces y sutiles toques balsámicos. En boca, se percibe un equilibrio perfecto entre suavidad y carácter, con una entrada sedosa que evoluciona hacia sabores de piña fresca, pimienta blanca y ligeros destellos de eucalipto. Con una graduación alcohólica del 40%, es ideal tanto para degustar solo como para la creación de cócteles refinados. Padrecito Blanco es más que un tequila, es una invitación a disfrutar de la tradición con un toque moderno y sofisticado.
VistaTransparente y brillante, con destellos plateados y buena densidad.
BocaNotas cítricas, agave cocido, piña fresca y pimienta blanca, con matices balsámicos que brindan una sensación untuosa en boca, logrando un gran equilibrio y complejidad.
NarizAromas complejos con notas de hierba fresca, pimientos dulces y agave cocido, acompañados de matices cítricos, eucalipto y menta.
OPINIÓN DE LOS CRÍTICOS
el crítico Pepe Matz, conocido como "Tequila Wizard", otorgó al Padrecito Premium Organic Tequila Blanco una calificación de 78 sobre 100. En su reseña, mencionó que este tequila está desarrollado para el mundo de la coctelería y se inclina hacia un perfil más dulce. Además, expresó curiosidad sobre si obtendrá la certificación de "libre de aditivos", dado que proviene de la nueva destilería sin aditivos 1614.
La destilería
Padre Azul
México
Todo comenzó con una historia de amor clásica:
HP Eder, de los Alpes austríacos, conoce a Adriana Álvarez Maxemin, de Jalisco, México, en una universidad alemana. Su romance estudiantil se transforma en algo más profundo y los lleva a una vida en común.
Las botellas de Padre Azul se inspiran en la cultura y el patrimonio del país norteamericano. Su líquido se crea a través del cocimiento muy lento del agave en hornos de mampostería, fermentado sin levadura artificial y destilado en pequeños lotes.
Se elabora a partir de agaves madurados al menos ocho años y que han sido cultivados en los valles cercanos a Amatitlán, Jalisco.